El cuento de Caperucita roja

El cuento de Caperucita roja

Tabla de contenido

    Caperucita roja era una niña que vivía junto a su mamá, cerca del bosque. Un día su mamá se encontraba haciendo unos panes, y se acordó de la abuelita de caperucita roja, que vivía al otro lado del bosque. Así que destino unos panes adicionales y cuando los hubo terminado, los envolvió y los metió en un canasto, pidiéndol a la niña que fuera y los llevara a su abuelita.

    – No hablas con nadie en el bosque, expresó su madre.
    – Así lo haré, exclamó caperucita.

    Con estas indicaciones Caperutica roja emprendió viaje rumbo a la casa de su abuela. Sin embargo, en el camino se encontró con el lobo malo del bosque, pero ella no sabía, y en su ingenuidad, ignoraba que corría peligro.

    – Muy buenos días hermosa niña, expresó el lobo.

    – Muy bueno días señor lobo, exclamó Caperucita

    – ¿Qué hace un niña sola en el bosque? Podrías correr peligro, dijo el lobo

    Acróstico de familia El Acróstico puede ser definido como una com...
    Enuma Elish (texto completo) Descripción del Enuma Elish Conocido también...
    Resumen de Leviatán En el ámbito de la Filosofía política, se co...

    – ¿Tú crees? Dijo caperucita

    – Pero no temas que yo te voy a acompañar ¿Hacia dónde te diriges? Espetó el lobo

    – Voy a casa de mi abuelita, pero no debo hablar con nadie, repuso caperucita.

    – Pero yo no soy nadie malo, de hecho, te he advertido de los peligros que podrías correr en el bosque y me he ofrecido a acompañarte para que nadie pueda hacerte daño.

    – Pero mamá me advirtió que podría encontrar a alguien malo

    – ¿No insinuarás que soy un lobo malo, o sí?

    – Claro que no señor lobo, pero si no te importa seguiré sola mi camino

    – Esta bien

    Y en cada conversación que tenían la niña encontraba en actitudes y posiciones sospechosas, pues el lobro se la quería comer. Sin embargo, la niña siguió sola su camino, y el lobo corrió tan veloz como pudo y llegó a la casa de la abuelita, fingiendo ser caperucita, y una vez adentro, la devoró, se vistió las ropas de la abuela y se cobijó dentor de la cama esperando a que llegara caperucita.

    Y una vez que caperucita llegó, tocó a la puerta.

    – ¿Quiés es? Dijo el lobo

    – Soy yo, Caperutica roja, abuelita

    – Sigue querida, sigue, repuso el lobo simulando la voz de la anciana.

    Caperucita entró, pero notó que algo estaba mal con la abuelita, pues lucía algo extraña.

    – Abuelita, pero qué ojos tan grandes tienes

    – Es para verte mejor

    – Abuelita, pero qué nariz tan grande tienes

    – Es para olerte mejor

    – Abuelita, pero qué boca tan grande tienes

    – Es para comerte mejor

    Y una vez dicho esto, el lobo se lanzó sobre la niña, abrió sus grandes fauces y se la devoró de un sólo bocado. Y habéndola devorado, sintió sueño y se acostó a dormir

    Sin embargo, justo en ese momento pasaba por allí un cazador que escuchó como unos chillidos. Lo que sucedía es que  el lobo se había comido enteras tanto a la abuelita como a la niñá y ellas se estaban quejando en el estómago del lobo.

    El cazador se percató de ello y, aunque le iba a disparar un tiro al lobo en el estómago, desistió de hacerlo, y a cambio cogió un cuchillo, abrió el vientre del lobo, sacó sanas y salvas a la abuela y a Caperucita y, a cambio, llenó el estómago del animal con piedras del lugar.

    Cuando el lobo despertó se sintió pesado y dando tumbos abandonó el lugar, sin percatarse de lo que había sucedido. Por su parte, las mujeres sobrevivieron y la niña aprendió la lección de no desobedecer las órdenes de sus mayores, así como no hablar con extraños.

    Bibliografía ►
    El pensante.com (agosto 20, 2015). El cuento de Caperucita roja. Recuperado de https://elpensante.com/el-cuento-de-caperucita-roja/