La invención de la imprenta

La invención de la imprenta

La imprenta es una máquina, cuyo proceso mecánico está destinado a imprimir y reproducir textos o imágenes, sobre distintos soportes físicos, los cuales por lo general están constituidos por papel o tela, aun cuando en los últimos años se ha venido innovando en materia de impresoras, dispositivos que en la actualidad son capaces de imprimir en cerámica, metal y madera, entre otras superficies rígidas.

Antecedentes de la imprenta

Sin embargo, la evolución de la imprenta no es tan solo un asunto de la actualidad, sino que su historia se remonta a muchos siglos atrás, cuando el arte de imprimir era realizado a través de distintas técnicas artesanales, anteriores incluso a la invención de la primera imprenta de tipos, la cual revolucionó la técnica de la impresión. En este sentido, antes de avanzar sobre los hechos relacionados con la invención de la imprenta, resulta pertinente revisar algunos de estos antecedentes. A continuación, algunos de ellos:

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Sellos romanos

Quizás los primeros, en Occidente, que trataron de inventar una forma mucho más rápida de reproducir imágenes y textos fueron los romanos, quienes se dieron a la tarea de concebir, en el año 440 a.C. un tipo de sello, con el cual lograban graba en tablas de arcilla los distintos documentos de importancia política, constituyéndose como un importante paso en la labor de reproducir textos de forma rápida y masiva.

Imprenta china

Adelantada en siglos a la imprenta de tipos móviles descubierta por Occidente, los chinos lograron en el año 1041 fabricar la primera imprenta de tipos móviles, la cual es atribuida a Bi Sheng. Esta imprenta es descrita como un complejo sistema de tipos de cerámica, los cuales eran tallados con los caracteres chinos. La novedad de este sistema no era la creación de los tipos, pues estos ya existían, sino su capacidad móvil. Sin embargo, su complejidad y dificultad hicieron que este invento chino no prosperara.

Tipos móviles coreanos

Dos siglos después de los chinos, en el año 1234, los artesanos de la dinastía Koryo dieron un paso adelante en la creación de la imprenta, pues tomando los trabajos de Bi Sheng decidieron abandonar la idea de tipos móviles de cerámica, para decantarse por los móviles metálicos, haciendo que la impresión de textos fuese mucho más rápida, aun cuando la invención de este método no marcó precedente en la civilización coreana. No obstante, Corea se erigió entonces como el primer país asiático en acercarse mucho a lo que siglos después occidente descubriría.

Invención de la imprenta

En consecuencia, no sería sino hasta el año 1450 cuando el mundo podría decir que la invención de la imprenta de tipos móviles había llegado para quedarse, derrumbando para siempre la transcripción manual de los libros o la impresión por xilografía, proceso éste que se dio de forma sucesiva. Sin embargo, la invención de la Imprenta, creación perteneciente a Johannes Gutenberg, puede ser analizada en distintas fases:

La idea

Para el momento en que Gutenberg concibió la idea de dedicarse a la elaboración de una máquina que le permitiera perfeccionar la impresión de libros, la mayoría de los textos eran hechos por medio de la xilografía, lo cual evidentemente aceleraba el proceso de reproducción, logrando la impresión de piezas publicitarias, así como textos, sólo que estos productos tenían la limitación de ser necesariamente de corta extensión. Además, esta técnica tenía como inconveniente el continuo desgaste del molde, por lo que tan sólo se podían producir pocas piezas antes de que hubiese que detener el proceso para elaborar nuevamente un molde. Esta realidad, hizo que Gutenberg sintiera la motivación de dedicarse a encontrar una forma en donde se pudiera hacer varias copias de la Biblia, en la mitad del tiempo que se llevaría hacerlo por el método de la xilografía.

La empresa

Sin embargo, su empresa necesitaba la inyección de un capital que Gutenberg no tenía en su haber, por lo que decidió pedirle un préstamo a Johann Fust, inversionista, que en un principio decidió apostar por esta idea, que parecía bastante revolucionaria. Por su parte, Gutenberg, teniendo el capital necesario, decidió dedicar sus esfuerzos en mejorar aquellos aspectos de la xilografía, que podría hacer de esta técnica un proceso mucho más lento, por lo que en principio decidió probar con otro material para los moldes, a fin de corregir definitivamente el desgaste que sufría el usado para la técnica original.

Los tipos móviles

En ese camino, Gutenberg llegó a la conclusión de que la mejor solución para su propósito era la elaboración de pequeños moldes de madera, donde cada uno serviría para vaciar una letra del alfabeto. Aprovechando sus conocimientos como orfebre, Gutenberg usó cada molde para hacer un tipo de hierro fundido por cada letra: habían nacido los primeros tipos. Sin embargo, rápidamente llegó a la conclusión de que 29 tipos (uno por cada letra) no lo conduciría a nada, por lo que decidió que la mejor manera sería elaborar varios tipos, a fin de poder tener las letras suficientes para imprimir una página completa.

Invención de la imprenta

De esta forma, Johannes Gutenberg llegó a fabricar hasta 150 tipos por cada letra del alfabeto. Así mismo, ideo una forma de soporte, que le permitiera sostener los móviles de forma fija para imprimir una hoja, pero con la capacidad de poder intercambiar y mover los distintos tipos, para las páginas posteriores. Así también, de manera ingeniosa, decidió colocar el sistema de tipos y su sostén en una prensa, lo cual facilitaba la técnica de impresión. Era el año 1540, y Gutenberg había inventado la impreta, una máquina mecánica, que permitía intercambia los tipos, a fin de producir distintos textos, a una velocidad significativamente mayor a la que se conocía hasta el momento.

Problemas económicos

Sin embargo, este inventor seguía sin la posibilidad de poder cumplir su trato de producir 150 biblias. Para colmo de males, los distintos obstáculos que fue encontrando, el cálculo erróneo de cuántos recursos necesitaría, entre otros factores, habían producido que Gutenberg se quedara sin dinero. Buscando aumentar su crédito, Gutenberg recurrió nuevamente a Johann Fust, quien viendo el potencial del invento de este orfebre, y buscando cuidar el dinero ya invertido, decidió unirse al proyecto como accionista, al tiempo que exigió que su sobrino Peter Shöffer entrara a ser aprendiz de Gutenberg.

La ruina

Los próximos dos años, Gutenberg trabajó en su proyecto de poder imprimir las biblias prometidas. Sin embargo, con el paso del tiempo, su capital nuevamente se esfumó. Para su desgracia, Fust, quien ya tenía mucho más claro el potencial de su invento, y que además había logrado que su sobrino aprendiera a perfección la técnica, decidió despedir a Gutenberg, quedándose entonces con su invento. Sólo la amistad que este orfebre sostenía con el obispo de la ciudad lo libró de la mendicidad. Sin embargo, el reconocimiento inmediato por su genial invento fue vetado para Gutenberg.

Las biblias de Gutenberg

Por su parte, el sobrino de Fust, Peter Schöffer llevó hasta el final la misión encomendada por su tío, logrando entonces la impresión de las 150 biblias, las cuales fueron realizadas con la imprenta concebida por Gutenberg. En una brillante estrategia comercial, Fust decidió vender estos libros a algunas personalidades de la iglesia y de la corte, causando un verdadero revuelo mundial, puesto que su empresa comenzó a recibir pedidos de todas partes del mundo. Había comenzado una revolución editorial en el mundo occidental. Siglos después, los historiadores cumplieron con la misión de devolver el crédito al verdadero creador de este invento: Johannes Gutenberg, el padre de la imprenta.

Imagen: wikipedia.org

Bibliografía ►
El pensante.com (marzo 19, 2017). La invención de la imprenta. Recuperado de https://elpensante.com/la-invencion-de-la-imprenta/